16 junio 2006

Me es dificil escribir de futbol. será porque no lo entiendo. No me refiero a las reglas del juego, sino a la odiosa adicción que tienen algunas personas por el. Todavía no puedo entender que alguien deje de trabajar por ver futbol. Si uno camina por estos días por Ahumada o por algun mall, son varios los que no pueden resitir el embrujo de ver una buena goleada, como la que dio hoy Argentina. Bueno yo tampoco resisto ver una goleada. Y menos los penales, aunque puedo vivir en paz si me pierdo un partido importante o si no tengo claro cuando empieza o termina el mundial.
Siempre que hablo de futbol con alguien, recurro a mis archivos de memoria, pero no de partidos que haya presenciado personalmente, sino de los comentarios que leo en los diarios a la pasada cuando voy a la oficina, o lo que se comenta en la calle, o incluso los documentales que dan en la tele. Nunca de primera fuente. Es que me da lata ver un partido completo, y no saben cuanto me cuesta disimular la ignorancia. Pero hay aspectos en los que igual me produce curiosidad.
En un libro de semiotica que leí, encontré que el futbol representa la conquista sexual de algunos sobre otros, la supremacía. Un buen gol es un buen orgasmo. No es al azar que cuando un jugador "la mete bien", luego se contornee lascivamente, o para celebrarlo se saque la polera mostrando su casi siempre cuidada anatomía. Ver un partido es un acto de voyerismo, es casi como presenciar una cto sexual de un caballo montando a una yegua, bueno, conservando las proporciones. Es imposible no mirar aunque no te guste.
Se lo que piensan, que soy un frustrado, o un sicópata, pero lo que digo, no lo invente yo, lo inventó el autor del libro que lei, y no son las memorias de la Cicciolina.
Pero igual debe tener algo de cierto. Los fanáticos del futbol debieran preguntarse que les atrae de ver a tantos hombres corriendo detras de una pelota (de tantos espermios detrás de un óvulo, por decirlo metaforicamente, jeje). Beckam, Pinilla, Zidane, son puros ídolos construídos sobre el "deseo" de las masas de una buena revolcada, de una partusa como la del Carnaval de Río, donde los cuerpos corren por el suelo ebrios de feromonas y alcohol. Pero es un deseo "sublimado". es decir, reenfocado en algo positivo, o menos negativo, como dice un amigo sicólogo.
Tal vez la esperanza de muchos de los fanáticos del futbol es vivir con la misma intensidad su vida intima que la que viven sus idolos del futbol en sus partidos, es ser fuertes y seguros, es ser admirados, no sólo por las mujeres sino por otros hombres, es ser los más fuertes dentro de la manada, los sementales. ¿Sera para tanto? Lo dejo como una interrogante.